Real irrealidad o realidad irreal

La irreal realidad Asimoviana que sufrimos en estos días de reinado del Coronavirus, hace jaque mate a la plaga humana poniéndola contra la espada y la pared ante un enemigo invisible. Enemigo que puede personalizarse en cualquier persona con la que te cruces o esconderse incluso entre tus allegados. Puede ser tu vecin@, tu herman@, la conductora del autobús, el cajero del super, la jardinera, el señor de la limpieza…Cualquiera puede convertirse en el dueñ@ de la guadaña. La desconfianza propia del ser humano se ha vuelto extrema en esta situación fomentada por la mass media llegando al límite de la paranoia.
En las mínimas y sólo urgentes relaciones sociales que se establecen, murieron la educación y el respeto. Las palabras afables y la cordialidad de las colas se han convertido en momentos insufribles que queremos pasen lo más rápido posible para evitar contagios y los roces hasta denunciables. Todos te miran bajo sospecha de estar infectado. Pues cualquiera que se acerque a menos de 2m de ti puede matarte. Hoy en día la mejor manera de poder elegir un vino tranquil@ en el super es estornudar.
En estos tiempos de inseguridad y confinamiento sólo nos queda crearnos una realidad ficticia en las redes que nos engañe y nos haga olvidar la verdadera situación. Un espacio virtual de humor y esperanza que sostenga nuestra cordura. En estos tiempos donde se hiperboliza lo absurdo, la biología nos vuelve a dejar ver que lo realmente importante es lo invisible a los ojos.
La naturaleza nos obliga a reinventarnos otra vez. Si nos lo dijo Jerónimo mil veces, que el dinero no se come… Que los esnobismos de consumir productos de otra parte del mundo cierran la puerta al vecino productor que hoy nos da de comer. Y que esto es sólo un aviso para que reestructuremos nuestra economía y consolidemos nuestra sanidad pública. Esa misma que hoy asiste a los que se empeñaron en privatizarla.
Sufrimos el lado oscuro de la globalización. A ver cómo nos preparamos para la llegada del primo de Covi.